2001. El siglo XXI, el
de los mayores y más rápidos cambios de la historia, estaba dando sus primeros
pasos. Todos sabíamos que la tecnología estaba evolucionando, pero aún no
éramos conscientes del alcance. Y, con ella, los medios de comunicación.
Fue precisamente ese
año uno de los que marcaron un punto de inflexión en la forma de entender
nuestra relación con los media mass, con el lanzamiento del primer iPod.
Apple sacaba al mercado uno de los primeros reproductores de audio digital, el
formato perfecto para que los creadores de contenido sonoro pudieran llegar a
todo el mundo al convertir sus archivos a un formato, el MP3, de fácil acceso,
edición y difusión.
Solo hicieron falta
tres años para que el periodista Ben Hammersley uniera el término iPod con el
de broadcasting (radiodifusión), dando origen etimológico al que es uno
de los fenómenos comunicativos más importantes de nuestra época reciente, el
‘podcasting’. En 2012, cinco años después de la llegada del iPhone, Apple
volvió a adelantarse a sus competidores ubicando una aplicación nativa en este
dispositivo. Hubo que esperar hasta 2019 para que Spotify “democratizara” el
formato más allá de la marca de la manzana al crear todo un ecosistema propio para
crear, lanzar y compartir podcasts más allá de Cupertino.
Y es que estamos, en
buena medida gracias a este fenómeno y del mismo modo que cuando apareció la
radio, en una época en la que el audio ha cobrado una relevancia crítica. Ahora
todos vamos por la calle con nuestros auriculares de bluetooth, escuchando
música, el último episodio de nuestro programa favorito o ese artículo hablado
sobre deporte, exclusivo de podcast. Y esa posibilidad, la de elegir lo que
queremos escuchar en cada momento, en cada lugar, sin depender del directo, es
lo que ha convertido este formato en imprescindible.
Así lo piensa el
Director fundador de 2Playbook Marc Menchén, quien considera que el podcast
“está más que nunca para quedarse”, puesto que el consumo a la carta se ha
consolidado, “atendiendo a la necesidad de una parte del público que no tiene
apenas tiempo para leer y que a través del podcast tiene una vía para
informarse de lo que le interesa en cualquier lugar”.
Parece, desde luego,
que es así. Según el reciente estudio ‘Audible Compass 2021’, de Audible, solo en Europa, en los últimos doce meses, el
45% de los ciudadanos del continente ha escuchado algún contenido de este tipo.
Y es precisamente España el país líder en el continente, con un 55% de oyentes.
Algo que, por supuesto, tiene una traducción económica. El mercado de
podcasts estadounidense registró unos ingresos de 1.000 millones de dólares en
2021.
En este sentido, Toni Garrido, una de las voces más reconocibles de las ondas españolas, cree que, en realidad, “el fenómeno no tiene tanto que ver con los consumidores, con lo que tú y yo queremos hacer de manera independiente y voluntaria, sino con extraer rendimiento económico a nuestra atención gracias a la industria del entretenimiento”.
Garrido apunta a que “los grandes fondos de inversión y los grandes
medios de comunicación entendieron que la primera fase pasaba por hacerse con
el control de los grandes medios audiovisuales: El cine y la televisión, por lo
que desarrollaron globales plataformas de consumo audiovisual. Después dieron
un paso hacia adelante para hacerse con un sector absolutamente relevante y
estratégico como es el de los videojuegos y todo el mundo del entretenimiento
digital. Por último, entendieron que el audio y sus nuevas ventanas de consumo,
gracias a los cascos inalámbricos que ofrecen ya todos los teléfonos móviles,
eran la siguiente gran oportunidad de mercado. Es una estrategia global que
busca ocupar y monetizar todas las franjas posibles de nuestra atención”,
afirma el presentador.
La comunidad
“Samanté”. Esta
palabra, inventada (por un hilarante error) por Andreu Buenafuente y Berto
Romero en su genial (y ganador del Premio Ondas) programa de la SER “Nadie Sabe
Nada”, ha sido capaz de identificar entre sí a los miles de oyentes de este
espacio, que ha alcanzado su merecida fama gracias al formato podcast (no es
líder en descargas por casualidad). Sin esta difusión, con muy poca
probabilidad ahora serían legión los seguidores de este programa, que han
llegado, se puede decir, al nivel de comunidad.
Y lo mismo sucede con
otros contenidos, capaces de generar en el oyente una sensación de intimidad
difícilmente alcanzable con otro formato. Sí, parece que quien está al otro
lado del micrófono nos está hablando, en exclusiva, a nosotros. Algo parecido a
lo que la radio nos lleva dando desde hace décadas, pero en vez de estar
“sometidos” al directo, podemos escuchar un audiolibro mientras nos sentamos en
la terraza, después de una larga jornada de trabajo, con el rumor de la lluvia
de fondo.
Aunque Menchén no cree
que los podcasts tengan, a nivel de influencia, tanto alcance como el medio
impreso o la tele, sí que sirve para que el público que ya les conoce consuma
su contenido “de manera distinta, porque el podcast tiene un tono más
desenfadado, más reflexivo, que el contenido informativo de cada día”. Y es así
como, seguramente, nazca la comunidad 2Playbook.
Una comunidad, que tal
y como nos dice Garrido, vendrá para quedarse. “Sinceramente, creo que en uno o
dos años todos tendremos una plataforma de audio de pago incorporada a nuestro
catálogo de aplicaciones que ya llevamos en el teléfono móvil o incluso
en casa a través de dispositivos como Alexa, Google Asistant, Siri… donde podremos
elegir lo que escuchamos en todo momento”, afirma el mallorquín.
Abundando en el tema, y reforzando ese concepto de
intimidad, Garrido subraya que “han aparecido nuevas ventanas y oportunidades
de consumo de audio que antes no existían: Cuando vamos en el metro, cuando
vamos a correr, cuando caminamos… Las ciudades cada vez se inclinan más a ese
tipo de movilidad. El consumo de audio dejó de ser un acto social cuando lo
escuchábamos juntos en casa con toda la familia, para convertirse en un acto
verdaderamente personal. No solamente se va a quedar, sino que va a ir a mucho
más, probablemente sea un fenómeno equiparable en poco tiempo al de las grandes
OTT’s de televisión”.
En esa individualidad entra la especialización. Un concepto
que, apunta Marc Menchén, es hacia donde apunta la evolución necesaria de los
podcasts. “En mi caso, busco podcasts de
cosas concretas que me interesan. El futuro pasa por la especialización. Es un
concepto de entretenimiento, muy de crear comunidad y de fomento del aprendizaje
tipo cultural”.
Porque, en estos
últimos, han confluido la mayor facilidad para crear contenido, gracias a la
llegada de plataformas sociales con herramientas básicas que permiten editar a
cualquier usuario, solo unos minutos después, compartirlo con millones de personas
en todo el mundo, y las mejoras en la tecnología que señalábamos al
principio. El caldo de cultivo perfecto
para crear así un nuevo modo de narrar, al alcance de cualquiera, y con
posibilidades infinitas.
Pero, con la
masificación, llega, cómo no, la aparición de contenidos más “vulgares”. Y para
analizar este último tema, volvemos a recurrir a Toni Garrido para que nos
explique la diferencia entre un podcast de, a priori, calidad y otro que no la
tiene.
“La única
comparación que se me ocurre para responder a esta pregunta es la del jamón. ¿Qué
diferencia a un jamón bueno a un jamón que no tiene calidad? A mí me gustan
ambos, depende del momento, me gusta más el que tiene calidad, pero hay veces
en el que puedo consumir el jamón sin calidad y disfrutarlo de la misma manera.
El podcast, en el fondo es un acto de comunicación simple y sencillo, tan
atávico y como la propia necesidad del ser humano de comunicarse: Una o varias
personas contándote una buena historia en una cueva junto a la hoguera o en una
aplicación en tu teléfono inteligente. Tiene la misma validez una charla sobre
algo banal que el más profundo y mejor de los documentales de audio en los que
se está trabajando en estos momentos. No depende de la calidad sino del interés
que generan las buenas historias bien contadas, por más que la calidad sea
importante.
Por cierto: ¡Viva el jamón!”
Y vivan los podcasts.
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