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2022, empieza otro partido

2022, empieza otro partido

A punto de pedirle todo, una vez más, al año nuevo, nuestro CEO nos habla de expectativas y de responsabilidad personal

Seguro que no me confundo si afirmo que hace exactamente un año la mayoría de nosotros estábamos despidiendo el 2020 dándole un pequeño (o no tan pequeño) «corte de mangas” y abriendo las puertas al 2021 con la efusividad de quien fuera a encontrar en él, al entrar, el paraíso y la felicidad absoluta.

Sin embargo, un año después, a punto de despedir ahora el 2021 -cuando uno entra ya en años, todo esto va a una velocidad de vértigo-, la verdad es que no parece que el año haya estado a la altura de lo que esperábamos de él. No seré yo ni mucho menos quien defienda a un 2021 poco leal y fiable (hasta traicionero, diría), pero es hora también de situar, de una vez, nuestras expectativas en un marco de cierta responsabilidad personal.

Siempre digo que la vida es como un partido de fútbol. Ay, bendito fútbol… Me viene a la mente esa frase de Bill Shankly, que lo describe con una irracionalidad desconcertante: “el fútbol no es cuestión de vida o muerte; es mucho más importante que eso”.  Pero no quiero desviarme de la analogía a la que me refería. Incluso esos 90 minutos que dura un partido de fútbol no están ya muy lejos de esos 90 años a los que se acerca la esperanza de vida en países como España. Por cierto, ¡qué maravilla, España!.

Es obvio que hay también diferencias. Quiero detenerme por un momento en la que para mí es la más importante de todas, y es que en la vida uno nunca sabe en qué momento pitará el árbitro el final (por cierto, ¿tendrá VAR «el de arriba»…?). Por favor, que nadie interprete esta reflexión desde la negatividad o desde el pesimismo, porque no hay nada de eso en ella. Tan solo pongo sobre la mesa, diría que hasta con una sonrisa, una simple realidad que merece la pena que no olvidemos. Porque lo hacemos con demasiada frecuencia.

Este hecho irrefutable debería condicionar por completo nuestra manera de jugar el partido al que nos enfrentamos cada día. Dándolo todo desde el primer minuto, sin dosificarnos a la espera de momentos mejores o de idealizaciones (algunas absurdas) que luego no llegan nunca, al menos como uno las quiso dibujar en su mente. Así que, en estas fechas tan de celebración, quiero brindar por ese presente maravilloso, en el que tantas buenas cosas nos rodean, y en el que cada vez tengo más claro que se encuentra el secreto de la felicidad.

La vida, como también el fútbol, es un deporte de equipo. Y en el nuestro hay mucha más gente de la que pensamos. Ojalá en estos propósitos de año nuevo que todos nos hacemos en estos días este también el de pasar más el balón y el de tratar de hacer mejores (=más felices) a los que juegan a nuestro lado.

En ZERTIOR nos lo propusimos hace tiempo. Nos queda mucho, muchísimo, por mejorar, pero no podemos esconder que nos sentimos orgullosos de que este 2021 comenzara y haya terminado con dos proyectos maravillosos en los que el único ROI que buscamos -el que yo llamo infinito- es el que uno encuentra cuando hace algo por los demás.

En enero, espoleados por el “gigante” Diego Méntrida, fue nuestro “Running for West”, en un proyecto inolvidable, creado de la nada, para ayudar a quienes sufren el síndrome de West. En diciembre, nuestra energía la pusimos en ese gran partido solidario de Leyendas por La Palma, a beneficio de quienes están viviendo allí el drama de haberlo perdido casi todo. Ahora que parece que el volcán ha dejado por fin de rugir, nuestro recuerdo está más que nunca con todas esas personas. Ahora que los medios de comunicación empiezan ya a desaparecer de la isla, es necesario más que nunca que sientan el apoyo de las instituciones y que, por fin, les lleguen las ayudas.

Por cierto, jamas tres tests negativos fueron tan celebrados en ZERTIOR. Los de nuestro Juan y sus dos hijos, ya en Argentina. Tras varios años sin regresar a su país, nadie merece más que Juan -otro grande que la vida ha querido regalar la familia ZERTIOR- este viaje.

¡Muy Feliz 2022 a todos!

PD: Ah, se me olvidaba. Si alguno tiene la fortuna de poder compartir un momento con su padre (de nuevo, el fantástico presente), que no deje de hacerlo. Yo daría todo por poder tomarme una cerveza con él.