Nuestro CEO reflexiona sobre el especial sentido de este mes de marzo para ZERTIOR, dentro de un mundo en el que todo va a una velocidad vertiginosa
Eso de que “el tiempo pasa muy rápido” es un tópico. Lo que sucede es que los tópicos siempre llevan mucho de verdad. Claro, que con lo que nos ha tocado vivir, a raíz especialmente de la pandemia, este extraño túnel del tiempo en el que aún seguimos inmersos provoca, al menos yo así lo siento, sensaciones contradictorias acerca de esa medida, siempre subjetiva y personal, de algo que no lo es.
Por fin, después de más de dos años sin tomar ese vuelo, pude regresar hace unas semanas a Chile, donde se instala nuestro cuartel general al otro lado del Atlántico, en estrecha conexión con México, donde la fortaleza de nuestros amigos de Senn Ferrero abre una inmensa oportunidad de crecimiento . Por cierto, aunque no estuve invitado (jajaja, ¡qué desfachatez!), mi semana en Santiago coincidió con la toma de posesión del nuevo Presidente de Chile. Grandes, muy grandes, los desafíos y las incertidumbres de esta nueva etapa política en un país, que, además, se juega en breve una parte importante de su futuro con el plebiscito sobre la reforma constitucional. Ojalá, ante un envite tan crítico, prevalezca la cordura. Porque Chile se merece lo mejor. Cualquier país lo merece, por supuesto, pero por qué esconder la especial predilección de cada uno.
Creo que han sido 27 meses sin estar allí. Hasta el aeropuerto es distinto, que bien falta hacía. Demasiado tiempo sin pisar Santiago y ver -de verdad, no por Teams- cómo ese proyecto que hace siete años Julio Linacero sembró con su coraje y fuerza habituales se ha convertido en una compañía que hoy da trabajo a 80 personas y que ha sido capaz de sortear muchas tormentas en su travesía. Siempre aplicando ese dicho que afirma que cuando el viento arrecia, mientras que el pesimista se queja y el optimista espera a que amaine, el realista ajusta las velas.
Demasiado tiempo para compartir unas cervezas con nuestro “equipazo” allí y sentir que, más allá del idioma que compartimos, hablamos el mismo lenguaje de vida, aunque estemos a 11.000 kilómetros de distancia.
La cabeza hace que las cosas sucedan; el corazón hace que sean inolvidables. En esa doble dimensión que marcan el tiempo y el espacio, apenas regresé a España noté que el corazón de ZERTIOR estaba volcado en el evento que vivimos en el Teatro Real el pasado 24 de marzo. Entonces me doy cuenta, al contrario de mi sensación al volver a Chile, que, en efecto, el tiempo ha volado. Porque, también hace algo más de dos años, tuvimos la suerte de que Catherine Lacoste y Ángel Piñero nos eligieran para acompañarles en ese sueño compartido por ambos de homenajear a la guitarra clásica española y a la obra musical de Ángel en un concierto único en el Teatro Real. Por aquel entonces a todos ese reto nos parecía muy lejano. Pero, sin apenas darnos cuenta, llegó el día. Y fue inolvidable.
Nunca pensamos que Ángel no fuera a estar sentado, junto a su mujer, en la butaca de la fila 5 del Real, pegada al pasillo central, pero “el de arriba”, que siempre sabe más, quiso que Ángel lo presenciara todo desde lo más alto, en ese patio de butacas sólo reservado para la gente buena y la buena gente. ¡ReCuerdas de una Vida! Difícil encontrar un nombre mejor y con más sentido para resumir lo que ese día se vivió en un Teatro Real abarrotado de gente, de música y de emociones.
Dos años. El mismo tiempo y, sin embargo, dos percepciones muy distintas: la de que el tiempo ha pasado muy lento y la de que, en realidad, ha volado.
Todo lo anterior es sólo una anécdota dentro de un contexto global de transformación absoluta del mundo, que sólo podrá verse en su justa medida e interpretarse desde una perspectiva histórica de la que nosotros, metidos en nuestro día a día y en nuestro tiempo, carecemos. A nivel empresarial, en nuestros ámbitos más concretos de actividad -el deporte, el entretenimiento, la estrategia, la comunicación y el marketing-, como en otros, todo ha cambiado por completo, dentro de un proceso de aceleración tecnológica imparable, que es exponencial en su conexión con el tiempo.
Esto ha hecho que estos 2 años -los mismos de antes- realmente se hayan convertido en 20, lo que confirma que el tiempo viaja en un tren de alta velocidad que cada vez va más y más rápido.
Entonces -de nuevo otro tópico- pienso en lo importante que es vivir cada minuto. En esas cervezas en Chile y en la emoción de esos acordes de guitarra en el Real, inspirados por Ángel. Y pienso en lo grande que ha sido este marzo. Y, encima, nos ha traído la primavera…
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