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Lecciones de un fin de semana en la Kings League

Lecciones de un fin de semana en la Kings League

Recuerdo siempre las conversaciones sobre música entre mi tío Adalberto Eduardo, nombre que afortunadamente para él jamás ha utilizado, ya que tuvo la suerte de que mi madre, de pequeña, comenzara a llamarlo «erróneamente» Wave -evolución argentosajona de un primitivo «Guaveto»-. En esas conversaciones, mi abuela Elsa siempre le decía algo así como que no entendía cómo podía escuchar esa «música del demonio» que, a su parecer, tocaban los Beatles.

Más allá de que el tiempo le dio la razón a mi tío, en la cabeza de mi abuela ella nunca perdió la suya, ya que escuchó tangos hasta sus últimos días, hacía suya la frase «todo tiempo pasado fue mejor» y hasta hacía gala de ello.

Cada tanto me viene esto a la mente cuando empiezo a convivir con los gustos de mis hijos ya adolescentes, con quienes empiezo a recrear conversaciones parecidas a las que mantenían Wave y Elsa. En mi cabeza, yo nunca tendría el rol de mi abuela, y en general lo consigo, excepto cuando se trata de Bad Bunny, que es un lugar por el que no paso, más allá de que sus audiencias me sigan contradiciendo.

Qué de vueltas doy para decir que, desde el primer momento en el que en casa nos enteramos de que Piqué, Ibai y otros tantos influencers iban a montar la Kings League, me volqué con mis hijos a ver los partidos, a sentir esta nueva liga de fútbol 7 y a ponerme la camiseta de El Barrio de Adri Contreras -que fue el equipo que elegimos (en realidad lo eligieron e impusieron mis hijos, como se podrán imaginar)-.

He de reconocer que me llamó la atención, de primeras, una frase del propio Adri sobre la comparación entre la Kings League y LaLiga, al decir que «mucha gente va a preferir ver la Kings League antes que un Betis-Getafe». No entendía bien, primero, cómo tenía la desfachatez para decir semejante cosa; me pareció exagerado y prepotente, y tampoco terminaba de entender, desde mi óptica de mayor, cómo pensaban hacer algo que realmente fuera atractivo.

Así empezó mi relación con la Kings League. Una historia que continuó con varios domingos y hasta con un encuentro fugaz en la Gala Aniversario del Diario AS en el Teatro Real con Adri Contreras, a quien le pedí una foto para mandarle a mis hijos (y un poco para mí también). Lo que no sabía en aquellas tardes de domingo era que mi trabajo me iba a llevar un día a pasar un fin de semana entero en el Cupra Arena, el mini estadio ubicado en la Zona Franca del Puerto de Barcelona, viviendo el show desde dentro.

Cómo se vive la Kings League desde dentro

A veces tengo la fantasía de que soy un conocido redactor y que los lectores ya me van conociendo -cosa que sé que no sucede-, pero intento no usar palabras en vano, y el término «show» no fue el caso. Como si del de Truman se tratara, este fin de semana tuve la suerte de presenciar en directo un despliegue espectacular de medios para producir un formato televisivo realmente impresionante.

Todo está preparado para que los jugadores y jugadoras que cada fin de semana se ponen las camisetas de los equipos hagan lo que mejor saben hacer (aunque imagino que muchos y muchas se dedicarán a otros menesteres), y todo pensado para ofrecer una experiencia al espectador acorde a las nuevas formas de consumo: todo el tiempo está pasando algo, todo el tiempo se busca que los equipos marquen goles, el arbitraje da la sensación de ser más transparente y casi amigable, los jugadores, al rotar mucho entre los equipos, se conocen, se respetan y hasta da la sensación de que son colegas.

Más allá del espectáculo, da la impresión de que este «nuevo deporte» tiene también unas reglas de convivencia distintas a las del folclore futbolístico habitual.

También me llamó la atención todo lo que no se ve. Hay un equipo de trabajo detrás compuesto por MUCHAS personas de edades muy diferentes, entre las que sobre todo destacan las menores de 30. Un equipo de trabajo muy joven que también tiene entre sus filas varias personas que ya peinan canas, formando una mezcla y un engranaje muy bien aceitado, que permite hacer un despliegue técnico a la altura del Show de Truman, que me consta que llama la atención hasta a gente del mundo de la tele de toda la vida, y todo ello ejecutado de una forma muy armónica, en la que no se ve a nadie corriendo, ni estresado, y mucho menos con una mala cara.

Las audiencias de la Kings League

Como pasa en muchas ocasiones, todo lo que sube baja, y era casi normal que las casi 800 mil personas que se conectaban al principio en todo el mundo para ver la Kings League fueran disminuyendo. Existió una especie de hype (mi abuela diría boom) que necesariamente tenía que bajar, tal como se refleja en estos datos de TVTOP en su cuenta de X:

Hay que reconocer también que ahora la Kings League no tiene una única competición en todo el mundo, sino que se celebra en 6 países, tiene un mundial de naciones, ha dado paso también a las chicas de la Queens League y, según he podido saber, en el futuro cercano invertirá parte de los 60 millones que consiguió en su última ampliación de capital para llegar a un total de 16 países en todo el mundo. Esto también, imagino, hará que las audiencias se segmenten geográficamente y que cada región siga con más pasión la suya propia.

Más allá de la ironía de Viva Suecia en su «como si nadie supiera el futuro», hacer quinielas sobre lo que va a pasar y cómo va a evolucionar este producto no es fácil. ¿Se estabilizarán las audiencias? ¿Tendrá futuro esta liga de fútbol 7 (si se practica de manera organizada y profesional el fútbol 11 y el fútbol sala, me pregunto si este formato no tiene lugar para la profesionalización)? ¿Qué nuevos influencers se acercarán al proyecto, teniendo en cuenta la salida del Kun Agüero y la llegada de Lamine Yamal?

Cuatro lecciones de la Kings League

Las preguntas son muchas y las respuestas no siempre son inmediatas, pero lo que sí es interesante es aprender algunas lecciones que nos está dejando en el camino sobre las formas de consumo:

  • Highlights: hoy está muy extendido ya el formato highlight para cualquier actividad deportiva. Los partidos, sean del deporte que sean, duran mucho más de lo que las nuevas generaciones están dispuestas a dedicar delante de una pantalla. Da la sensación de que en la Kings League tratan de que todo el partido sea un highlight, ya que siempre están pasando cosas que dinamizan el formato.
  • ¿Rules? No rules: o sí, reglas hay, pero cambian todo el tiempo. ¿Algo no funciona? Fuera. Es trasladar el formato startup al deporte. MVP, prueba- error-cambio-prueba-error-cambio, y así hasta alcanzar un formato que mantenga la atención del aficionado/usuario.
  • Contenido abierto: no hay que pagar para ver la Kings League. Alguien puede decir -y yo mismo podría hacerlo- que sería de esperar que, si la burbuja sigue creciendo, llegará el día en que comercialicen sus derechos de retransmisión, pero, en parte, su éxito también se debe a esa apertura.
  • Contenido constante y multicanal: no hay un solo lugar donde ver la Kings League. Más allá de los streams de la propia liga y de los presidentes/influencers, también se puede seguir en directo por YouTube, se puede consumir a diario a través de todo el contenido que generan para redes sociales, su propia liga fantasy y también seguir sus famosas tertulias «Chup Chup Kings».

En definitiva…

En definitiva, la Kings League es un producto hecho por y para unas audiencias que tienen códigos muy distintos a los que manejamos quienes crecimos viendo “el fútbol de toda la vida”. Y no nos confundamos: esto tiene de fútbol lo que yo de escritor.

Pero esas audiencias, con sus nuevas lógicas y pasiones, son las que ya empiezan a llenar estadios, a consumir deporte y a delinear el futuro que viene. Vale la pena prestarles atención, no para resistirnos, sino para entender mejor hacia dónde van los tiros.

Es importante tomar nota de quiénes están interpretando este “deporte del demonio” y de lo que quieren aquellos que se enganchan a él, porque tengo la sensación de que, como le pasó a mi tío con los Beatles, el tiempo acabará dándoles la razón, por más que nosotros, los mayores, pensemos que la seguimos teniendo.