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ME GUSTA EL TEATRO REAL

ME GUSTA EL TEATRO REAL

El reconocimiento de Raúl Respaldiza al Teatro Real, una de las grandes instituciones de nuestro país

En Zertior nos gusta la música. Una disciplina, un territorio, que tantas cosas tiene en común con otra de nuestras grandes debilidades: el deporte. Sin duda, de entre todas ellas destacaría una de modo especial: su condición de idioma universal.

Esa cualidad es la que de verdad sitúa al deporte y a la música en una dimensión difícilmente alcanzable. Ninguno necesita traducción. Porque música y deporte son lenguajes que penetran como ningún otro en el corazón de las personas, generando emociones y vínculos, alejados con frecuencia de la racionalidad.

¿Quién no se ha emocionado alguna vez con el sonido del violín o de esa guitarra española? ¿O con la voz de Plácido? ¿O con esa representación de Carmen, de tantas otras Óperas o del propio Sting?

Como gestor de la industria del “entretenimiento”, mi reconocimiento es hoy para el Teatro Real de Madrid. Una entidad que, en plena conmemoración de su bicentenario, ha desarrollado una estrategia única que es ya una referencia, no sólo en España, sino a nivel internacional.

Porque el Teatro Real de Madrid ha dejado de ser un “simple” edificio -perdón por lo de “simple”, porque como recinto es espectacular- para convertirse en un instrumento de acercamiento de la música a la gente y de la gente a la música.

Sin perder para nada su esencia, sus raíces y su extraordinaria calidad artística, el Teatro Real ha sabido complementar su oferta “core”, dando entrada en sus muros a otros géneros musicales, hasta ahora extraños, acercando así el Teatro a un espectro de público mucho más amplio. A la vez, ha sabido interpretar como nadie el poder educador y transformador de la música, situando también a los más pequeños en uno de los ejes de su estrategia, a través de diversos programas diseñados a su medida.

Pero mi reconocimiento al Teatro Real es, sobre todo, porque también ha sabido mirar “hacia fuera”. No sólo llenando la calle con representaciones de Ópera en grandes pantallas, sino sobre todo aprovechando la fuerza de las nuevas tecnologías. Pocos contenidos hay como la música para circular por las grandes autopistas de la digitalización. El Teatro Real lo ha sabido ver cómo nadie, ampliando el aforo de su casi dos mil butacas físicas a los cientos de miles que acceden a sus contenidos a través de las retransmisiones por redes sociales y de su servicio de palco digital, demostrando que el único aforo finito son nuestras propias limitaciones.

No quiero terminar sin  destacar los extraordinarios datos del Teatro Real en cuando a mecenazgo y patrocinio privado, que  avalan el éxito de una gestión, en el que el peso de la financiación pública se ha reducido considerablemente. Este es, sin duda, el mejor indicador de salud presente y futura de la institución

Y es que creatividad, innovación, valentía y una gestión rigurosa suelen ser casi siempre garantías de éxito. Tan Real como el Teatro.