NOVIEMBRE | TAGS: Raúl Respaldiza, estadios
Hace unos días el Financial Times trasladaba la noticia de que los clubes de la Premier aumentarán un 14% el aforo de sus estadios en los próximos diez años. Una noticia de la que se hacían también eco medios españoles como Expansión o Palco 23. Hablamos en términos absolutos de poner en el mercado 115.000 asientos adicionales. Una muy buena noticia, sin duda, para las empresas de ticketing…
Bromas aparte, no se trata simplemente de un dato con un mero valor de “agregación”, sino que tras él hay mucho de reflexión sobre el modelo de negocio. Porque lo cierto es que un buen número de clubes ingleses llevan tiempo reflexionando sobre el modo de acometer importantes proyectos de remodelación de sus estadios, en unos casos, y de construcción de otros nuevos, en otros-.
No resulta sorprendente. No se trata de un viraje, de una vuelta atrás, al modelo tradicional en el que el negocio de los clubes se basaba esencialmente en la taquilla, hoy conocida como matchday. Entre otras cosas porque hace ya mucho tiempo que para muchos clubes -por desgracia otros aún no lo han terminado de ver- aforo no es sinónimo de matchday, por cuanto una de las claves del negocio de los estadios está en la utilización intensiva de su aforo mucho más allá de los partidos de fútbol. O, dicho de otro modo, en cuántas veces al año el estadio es capaz de rotar su aforo. Ahí dejo un buen KPI.
Pero más allá de esa precisión que no todo el mercado entiende -y que es, por ello, más pedagógica que terminológica- la noticia es la constatación de que el valor de la experiencia del directo, de la adrenalina propia del fútbol en el estadio y de los eventos en vivo, está más cotizado que nunca. Sirva para sustentar esta afirmación con mayor rigor que, según Allied Market Research, el volumen de negocio de los eventos deportivos y musicales se va a más que triplicar en los próximos 15 años.
Dejando de lado los aspectos más emocionales ligados a la experiencia en vivo (lo cual, dicho sea de paso, es un absurdo en un negocio que precisamente pivota sobre la pasión de los aficionados), el trasfondo de esta decisión del mercado inglés de incrementar la capacidad de “producción” de sus estadios tiene que ver también mucho con la propia capacidad de control y de actuación sobre los ingresos por parte de los clubes. Sin lugar a dudas los derechos de retransmisión -muy atrás quedó ya aquello de los derechos de televisión- seguirán siendo claves, pero ello no debe evitar ver que, a veces, la oportunidad de negocio y de crecimiento está más cerca de lo que uno piensa y con un margen de seguridad y de control mucho mayor. La demanda creciente de los aficionados por asistir a partidos de la Premier así parece atestiguarlo.
El ímpetu inversor al que el propio Financial Times alude en su artículo, derivado de la entrada de nuevos inversores en el fútbol inglés, ayuda también, sin duda, en este movimiento del mercado. Aunque no conozco ningún inversor -y menos estos- que tome sus decisiones basadas en su “ímpetu”. Siempre he dicho que el fútbol como negocio consiste en la gestión racional de la irracionalidad, entendida esta como la pasión de los aficionados sin la que nada existiría. Así que emociones, todas, pero frente al ímpetu, siempre la receta de un análisis de mercado y de un business plan riguroso.
Aún recuerdo que allá por el año 1999, cuando acababa de entrar a trabajar en el Real Madrid en los finales de mi veintena para asumir la responsabilidad de la explotación 365 del estadio Santiago Bernabéu, mi primer viaje fue a Inglaterra y a Escocia precisamente a ver estadios. No en vano, el fútbol inglés era en aquel momento el referente en Europa en cuanto a su modelo de gestión y de explotación. Fue un gran aprendizaje y muchos de los conceptos que allí vimos fueron la base del proyecto de transformación del modelo de negocio del Santiago Bernabéu que llevamos a cabo con gran éxito y que recientemente ha alcanzado su grado máximo.
No olvidemos que la Premier es la liga de fútbol más importante del mundo. Así que quizás de nuevo, seguro, nos vuelven a marcar el rumbo. Una reflexión que no solo aplica a España, donde en este momento son muchos los estadios “en ebullición” a raíz del Mundial de 2030 -aunque no siempre con la claridad necesaria en sus proyectos de remodelación-, sino a otros países europeos donde el espectáculo demanda “teatros” a la altura de la relevancia de la industria. Llama especialmente la atención el caso de Italia, donde la necesidad de transformar sus estadios parece imperiosa. Paradójico que el país inventor del Coliseo y del Circo Romano no sea consciente -o siéndolo, que no pase a la acción- de que en este tipo de inversiones está una de las vías clave para mejorar la posición de mercado de su competición.
Como nos gusta decir en ZERTIOR, “la visión sin acción es fantasía; la acción sin visión es una pesadilla”. En esa conjunción está siempre la clave del éxito. De nuevo la Premier no solo apunta la visión, sino que por allí parece están ya manos a la obra. Tenemos mucho mejor clima, pero en otras muchas cosas van por delante…
Foto de James Kirkup en Unsplash
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