

Ángeles y Diablos
En su reflexión de este mes, nuestro CEO vuelve a centrar su mirada en México, desde donde llega a Barcelona para unirse a Oliver y a sus padres en el partido más importante de sus vidas
4 de mayo de 2022.
“Hemos tocado fondo. Tenemos claro que ya no hay paciencia ni tolerancia. O le cambiamos la cara al club en los siguientes seis meses o nos tenemos que ir todos”.
Con estas palabras Francisco Suinaga, Presidente Ejecutivo del CD Toluca, se dirigía hace menos de 6 meses a los medios de comunicación de México, asumiendo su responsabilidad (compartida con el entrenador y los jugadores y miembros del cuerpo técnico) tras la debacle del último campeonato, en el que el Club tuvo, incluso, que hacer frente al pago de una multa al ocupar lo que en otro momento habría sido un puesto de descenso a la segunda división del fútbol mexicano.
23 de octubre de 2022.
El Toluca empata a 1 en el Estadio Azteca frente al América, haciendo valer su victoria por 2-1 en el partido de ida disputado en el Nemesio Díez, y clasificándose así para la final del campeonato frente al Pachuca. Una final que está ahora precisamente en juego.
Tengo la inmensa suerte -bueno, ya sabéis que la suerte te tiene que pillar siempre trabajando- de sentirme parte del Toluca. Así lo siento precisamente desde ese mes de mayo, en el que en ZERTIOR comenzamos a trabajar con el Club, propiedad de una persona extraordinaria -por todo el bien que hace cada día en su impagable labor social y filantrópica en México y en España- como es D. Valentín Díez Morodo. Tras lo vivido en estos meses y lo que aún nos queda por delante junto a ellos, sólo tengo palabras de reconocimiento para los miembros del Consejo del Toluca y para Francisco Suinaga y su equipo. Hacia todos ellos nuestra empatía y compromiso no pueden ser mayores.
Que nadie me malinterprete, por favor. No pretendo, en absoluto, relacionar las dos fechas anteriores y el comienzo de nuestra labor en el Club como si el “milagro” de pasar del infierno al cielo (aunque, tratándose de los Diablos, no sé si esta es la mejor metáfora) se debiera a nosotros. Sería absurdo pensar eso, más allá de una más que ínfima medida. Sólo trato de reflejar unos hechos que me permiten valorar, con la autoridad que te da la cercanía y el conocimiento, la extraordinaria labor de un equipo de profesionales que se han dejado la vida estos meses (como lo llevan haciendo desde hace tiempo) en el cumplimiento de su responsabilidad y de su compromiso, personal y profesional, con el Licenciado Valentín y con los millones de aficionados que llevan al Toluca en la sangre.
Ahora será el balón y sus “caprichos” (que se lo digan, si no, al Atlético de Madrid, tras ese penalty de locos frente al Leverkusen, donde pocas desgracias más pudieron juntarse) quienes dictaminen si los Diablos conquistan o no su campeonato número 11. Ni que decir tiene que todo ZERTIOR sigue con la “playera” del Toluca puesta, empujando desde España, desde Chile y desde el propio México para que así sea. El 1-5 en contra de esta pasada madrugada exige un “milagro”, pero todos sabemos que los milagros existen.
Y mientras escribo esto, no dejo de pensar en Oliver, el pequeño de 2 años que está ya en el hospital Sant Joan de Déu de Barcelona, el único que se atreve a extirparle ese maldito tumor que tiene en su cerebro y donde sus padres han depositado su única esperanza de salvarle la vida. Curioso, Oliver ha volado en un avión medicalizado procedente precisamente de México, en concreto de Cancún. Y yo me pregunto: ¿Quién será ese empresario anónimo que decidió contactar con la familia para costear los 200.000€ que cuesta ese “hilo” para agarrarse a la vida? ¿De qué planeta es ese hombre? Por cierto, ¿le gustará el fútbol a Oliver? ¿De qué equipo será?
Y entonces pienso en lo bonito que es tener Diablos sobre un campo de fútbol, pero en que lo verdaderamente importante es tener Ángeles fuera de él.
Me encantaría, claro que sí, que el Toluca levantara la Copa este lunes 31 en la madrugada de España. Pero lo que deseo con todas mis fuerzas -y que me perdonen los Diablos- es que Oliver y sus padres ganen el partido más importante de sus vidas. Rezo por ello.
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