Las implicaciones no deportivas del Campeonato del Mundo de la FIFA, uno de los eventos, en todos los sentidos más importantes del planeta
OCTUBRE | TAGS: Catar 2022, Mundial
Lo sabemos, será muy raro. En plena época de decoración de
árboles de Navidad, llega el Mundial de fútbol, una cita que siempre se había
desarrollado en los meses de verano en el hemisferio norte pero que este año,
debido a la sede elegida, Catar, se traslada a una época en la que las
temperaturas sean más adecuadas para realizar esfuerzos tan exigentes como los
que tendrán los futbolistas.
Con todo, a partir del próximo 20 de noviembre, el mencionado país asiático hará historia al ser el primer país de Oriente Medio en albergar el acontecimiento deportivo más visto del mundo. 32 combinados nacionales tratarán de levantar el preciado trofeo y relevar a Alemania como mejor selección durante cuatro años. Sin embargo, y aunque todos los mundiales trascienden lo deportivo, este lo hace mucho más… y vamos a ver las razones.
Los beneficios del organizador
Lo primero que hay que tener en cuenta es el aspecto económico, muy singular esta vez. La FIFA, encargada de la venta de derechos de televisión y los ingresos de los patrocinadores, espera recibir por ambos conceptos más de 25.000 millones de dólares. Las primeras estimaciones hablan de que la audiencia televisiva total del campeonato será de 13.000 millones de personas en más de 200 países de todo el mundo.
Por otro lado, los ingresos totales procedentes de la venta de entradas para la Copa del Mundo se cuantifican en 2.140 millones de dólares. El coste de la venta de una licencia para utilizar el logotipo del campeonato mundial está directamente relacionado con el coste de la marca World Cup 2022. Así, cuanto mayor sea el valor de la marca, mayor será el porcentaje de ingresos de la venta de productos con el logotipo FIFA que se le tendrá que pagar. Por este concepto a nivel mundial se ingresan 1.100 millones de dólares.
La FIFA gana seguro. ¿Y Catar?
El primer Mundial de la historia celebrado en invierno implicará,
para Catar, un paso estratégico para avanzar en el desarrollo de
infraestructuras y en los objetivos de política exterior del país. Por eso ha
invertido mucho. Según datos publicados por Euromericas Sport Marketing, la
inversión de Catar para el evento fue de 2.200 millones de dólares, una cifra que
incluye la construcción prácticamente desde cero de la mayoría de los estadios,
nuevos hoteles y alojamientos, un nuevo sistema de metro y la expansión del
Aeropuerto Internacional Hamad.
Con esta inversión, el país organizador espera recaudar una
cifra aún mayor con el turismo, estimando las autoridades unas ganancias de
unos 32.000 millones de dólares. Catar ha estado construyendo la
infraestructura necesaria para acoger a unos 1,2 millones de visitantes durante
el evento de un mes de duración, una cifra que equivale a casi la mitad de la
población actual del país.
Y es que la Copa Mundial es vista como el vehículo idóneo para
alcanzar la Visión Nacional de Catar 2030 (QNV 2030), una iniciativa
gubernamental para transformar la nación en una sociedad global y proporcionar
un mayor nivel de vida. Un plan que incluye proyectos directamente vinculados a
la Copa del Mundo, destinados a promover la sostenibilidad después del torneo,
que en los próximos años implicarán un gasto de aproximadamente 200.000
millones de dólares en estos proyectos.
Cabe recordar que la economía de Catar está dominada por las exportaciones de hidrocarburos. En un contexto como el actual, en el que se busca una dependencia cada vez menor de estos elementos, el país pretende hacer crecer su economía no energética, con la ambición de convertirse en un centro regional de negocios y turismo… y la organización de la Copa del Mundo es clave para hacer realidad estas ambiciones. De hecho, el torneo ha apoyado el desarrollo de sectores críticos no energéticos, y su crecimiento sostenido será una prioridad para Catar después de la conclusión de la Copa del Mundo.
El ‘peligro’ de los megaeventos
Sin embargo, a pesar de los beneficios potenciales de la
Copa del Mundo, la celebración de grandes eventos deportivos internacionales es
conocida por su escasa rentabilidad. Las previsiones indican que la economía de
Catar crecerá un 3,4% en 2022 y 2023, gracias al impulso de la Copa del Mundo,
pero luego se ralentizará hasta el 1,7% en 2024.
El reto es aprovechar las importantes inversiones en
infraestructuras realizadas hasta ahora para mantener un fuerte crecimiento del
PIB. Durante los Juegos Olímpicos de 2016, Río de Janeiro invirtió mucho en la
modernización de sus infraestructuras, gastando 2.900 millones de dólares en
líneas de metro y más de 4.000 millones en la renovación de los barrios
históricos. Los organizadores de Río y del Comité Olímpico Internacional planearon
organizar eventos locales y nacionales para mantener las sedes una vez
concluidos los juegos. Sin embargo, esto no ha sucedido y Catar no quiere que se
repita la historia.
Para ello, han creado su Comité Supremo de Entrega y Legado, que supervisa y centraliza la planificación y las operaciones del torneo en el país. El gobierno catarí ha financiado los preparativos de la Copa Mundial desde la noche en que el país ganó la candidatura, dando así al Comité Supremo 12 años para planificar y ejecutar un enfoque integrado a largo plazo del evento.
Los derechos humanos, el elefante en la habitación
Pero lo que más está trascendiendo en los medios occidentales es la preocupación por celebrar un evento de estas características en un país en el que se vulneran numerosos derechos fundamentales. Empezando, como no, por la discriminación contra el Colectivo LGTBQI+ y acabando por el gravísimo problema de la mano de obra, destacado por múltiples informes de investigación que han puesto de manifiesto los abusos cometidos contra los trabajadores inmigrantes durante los preparativos de la Copa del Mundo.
A la luz de la creciente conciencia internacional, y tal vez
para proteger sus ganancias en seguridad, Catar ha puesto en marcha nuevos
procedimientos y mecanismos para promover los derechos de los trabajadores
migrantes. Queda por ver, eso sí, su efectividad.
En resumen, la Copa del Mundo atraerá sin dudas beneficios económicos para Catar a corto y largo. Sin embargo, surgen dudas sobre la capacidad del país para utilizar eficazmente la infraestructura que ha construido tras el evento y que las medidas para mejorar los derechos laborales surtan efecto. En este sentido, si el gobierno sigue sus planes y compromisos estratégicos, podría romper la tradición de “fracaso” posterior a los megaeventos de esta índole, como Río y convertirse en un nuevo epicentro deportivo en Oriente Medio.
Foto de Tuur Tisseghem: https://www.pexels.com/es-es/foto/asiento-vacio-391535/